Un ambiente seguro para practicar los suaves y lentos ejercicios además de meditar, eso era todo lo que los practicantes de Falun Gong, una práctica espiritual tradicional china, estaban pidiendo cuando se reunieron cerca de la sede del liderazgo chino en Zhongnanhai el 25 de abril de 1999.
Sin embargo, la pacífica apelación de 10.000 practicantes, fue tomado por el entonces líder del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, como excusa para lanzar eventual y posiblemente la más salvaje campaña de persecución del Partido.
La política oficial no ha cambiado desde el llamado de Jiang a “derrotar” a Falun Gong hace 18 años, aunque se cree ampliamente que la campaña del Partido fracasó.
Horrores de la persecución
El régimen chino respaldó inicialmente a Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, después de que fue presentado por primera vez al público en 1992 por su fundador, el señor Li Hongzhi. El señor Li recibió premios de varias organizaciones estatales, incluido el Ministerio de Seguridad Pública, por la eficacia de su qigong (práctica energética) por ayudar al pueblo chino a mantenerse sano y a elevar su moral.
La práctica consiste en hacer ejercicios meditativos y vivir de acuerdo con enseñanzas basadas en los principios de verdad, compasión y tolerancia. Rápidamente se propagó de boca en boca, y en 1999, había entre 70 y 100 millones de practicantes en China, según estimaciones oficiales y de los practicantes.
El problema tenía que ser fabricado.
La policía arrestó de repente a 45 practicantes de Falun Gong en la ciudad costera de Tianjin, la ciudad portuaria de Beijing, el 23 de abril de 1999, provocando la apelación en Zhongnanhai dos días después.
Aprovechando la oportunidad de hacer girar el acontecimiento a su favor, Jiang Zemin enmarcó el evento como un “asedio” y “el incidente político más grave desde el 4 de junio”, refiriéndose a las protestas estudiantiles pro-democracia de 1989 que el régimen suprimió con una sangrienta masacre. En una carta enviada al Politburó en la noche del 25 de abril, Jiang expresó su temor de que el “marxismo, el materialismo y el ateísmo” promovido por el PCCh no pudiera ganar contra las enseñanzas de Falun Gong.
Tres meses más tarde, Jiang inició una campaña altamente opresiva para eliminar a Falun Gong.
En los primeros años de la persecución, todo el país fue bombardeado con propaganda de odio contra el grupo. Los escolares se enfrentaron a la expulsión si se negaban a aceptar la demonización de la práctica. A los funcionarios chinos se les prometió riqueza y promoción si se ensangrentaban las manos.
Los practicantes han sido arrestados por negarse a renunciar a su fe o informar a sus conciudadanos sobre lo que es Falun Gong y cómo ha sido perseguido. Una vez detenidos, han sido enviados a campos de trabajo extrajudiciales u otros centros de detención.
La mayoría fue detenida sin la formalidad de los procedimientos judiciales. Aquellos que fueron llevados a los tribunales fueron procesados por distribuir o poseer materiales de Falun Gong usando una ley penal que los abogados chinos consideran vaga e inconstitucional.
Según los informes de las organizaciones de derechos humanos, los practicantes suelen ser sometidos al peor trato entre reclusos de prisión o del campo de trabajo. Minghui.org, un centro de intercambio de información de primera mano sobre la persecución, está repleta de informes de practicantes que soportan torturas al estilo medieval, golpes brutales y privación del sueño. Las mujeres practicantes se enfrentan a agresiones sexuales, incluyendo la violación en grupo por otros presos o guardias.
Los practicantes detenidos también forman el grueso de los presos de conciencia a quienes se les están sustrayendo los órganos aun estando con vida, con el fin de alimentar el lucrativo comercio de órganos del régimen chino, según un informe de 2016 del periodista Ethan Gutmann, del ex Secretario de Estado canadiense (Asia-Pacífico) David Kilgour, y el abogado internacional de derechos humanos David Matas. Ese informe estima que cada año, entre 60.000 y 100.000 chinos se les han removido sus órganos por la fuerza, durante el período de 2000 a 2015.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos y el Parlamento Europeoaprobaron resoluciones condenando enérgicamente al régimen chino por la sustracción forzada de órganos.
“Grietas en la represión”
En un informe reciente sobre el estado de la religión en China, Freedom House, organización estadounidense de derechos humanos, escribió que considera que el grado de persecución a Falun Gong por parte del régimen chino es “muy alto”.
Pero el régimen chino no ha logrado erradicar la práctica. Tomando documentos oficiales chinos e informes de Minghui, Freedom House estima que hay entre 7 y 10 millones de practicantes de Falun Gong aún activos en China, mientras que las fuentes de Falun Gong sugieren que la cifra oscila entre 20 y 40 millones.
“El simple hecho de que Falun Gong haya sobrevivido al ataque del PCCh es impresionante y equivale a un verdadero fracaso del aparato represivo del partido”, dice el informe de Freedom House.
El informe también señala que desde que el líder chino Xi Jinping asumió el poder en 2012, varios factores han causado “grietas en la represión” a Falun Gong.
La campaña anti-corrupción de Xi ha resultado en la purga de funcionarios clave que supervisan la persecución, tales como Zhou Yongkang, el ex zar de seguridad y Li Dongsheng, ex jefe de la Oficina 610 china, la agencia anti-Falun Gong extralegal estilo Gestapo creada por Jiang para llevar a cabo la persecución.
Las instituciones que llevan a cabo la persecución se han debilitado. Por ejemplo, la Oficina 610 sufrió varios cambios de liderazgo desde la caída de Li Dongsheng, y fue inspeccionada por primera vez por la agencia anticorrupción en 2016. Además, ninguna nueva campaña anti-Falun Gong ha reemplazado a la más reciente de 2013 a 2015.
Una confluencia de los factores antedichos parece ser la razón por la que el aparato legal del régimen ha rechazado casos contra los practicantes detenidos. Este fenómeno inaudito, que comenzó a finales de 2016, ha resultado en más de 17 casos desestimados por procuradores locales y tribunales.
Un poco más de espacio
La situación en la provincia nororiental de Liaoning, una de las regiones más severamente perseguidas, es un ejemplo.
El funcionario clave de Liaoning, Wang Min, ex jefe del partido en Liaoning, y Su Hongzhang, jefe de la Comisión de Asuntos Políticos y Legales de Liaoning, fueron purgados en 2015 y 2016, respectivamente. Wang y Su fueron identificados por la Organización Mundial para Investigar la Persecución de Falun Gong, una organización no gubernamental estadounidense, como involucrados en casos de persecución.
El alcance directo a funcionarios judiciales parece haber jugado un papel en la fiscalía local al rechazar el caso contra Li Shijin y Lin Youyan, dos mujeres practicantes de Tieling en Liaoning quienes fueron arrestadas por entregar calendarios con información sobre Falun Gong.
Los abogados que representan a Li y Lin explicaron a los funcionarios judiciales que allí el régimen no tiene ninguna ley que prohíba a Falun Gong, según Minghui. Los miembros de la familia de los practicantes dieron testimonios sobre los beneficios de la práctica a los funcionarios chinos. Los funcionarios sugirieron entonces que los miembros de la familia presentarán una apelación judicial, lo que condujo posteriormente a desestimar el caso.
Cuando las dos practicantes estaban detenidas, hablaron de Falun Gong a otros presos y a los guardias. Según Minghui, “todos en las celdas y los guardias se despidieron y les desearon suerte” después de que fueran liberadas el 17 de febrero.
Al menos otros tres casos de practicantes de Liaoning fueron desestimados y han sido puestos en libertad desde abril de 2017, según informes de Minghui.
Sin embargo, los casos de reversión quedan eclipsados por la mayor incidencia de la persecución. Liaoning encabeza la lista de regiones donde se procesó a los practicantes en marzo de 2017, con 31 de 110 casos reportados.
Heng He, comentarista político de New Tang Dynasty Television, cree que la situación contradictoria que ha surgido en Liaoning y en otras áreas de China se resume a la política.
“La persecución de Falun Gong vio el surgimiento de un enorme grupo de intereses persecutorios”, dijo Heng. “Los beneficios políticos, financieros y de otro tipo del grupo dependen totalmente de si la persecución puede continuar o no”.
En el otro lado, funcionarios de la maquinaria anti-Falun Gong tienen “un poco más de espacio para tomar sus propias decisiones” en ausencia de un continuo ímpetu político de arriba hacia abajo, dijo Heng He. Y algunos, tal vez sintiendo un cambio en el futuro próximo bajo la dirección de Xi, han elegido en su lugar ejercer su humanidad.
Fuente: La Gran Época